miércoles, 25 de marzo de 2015

Tantrums a la vuelta de la esquina

Tantrums... parece algo místico y esotérico ¿verdad? Pues siento deciros que no lo es. Es la expresión inglesa que se usa para referirnos a una experiencia por la que todos los padres han de pasar. Ese momento en el que tu hijo o hija se pilla una rabieta de las de "por cojones" y no hay dios que les baje del burro. Esas situaciones que a veces te dejan en vergüenza porque se suceden en mitad de la calle, con un montón de gente mirándote, y como no, opinando. Opiniones de todos los gustos ¿eh? habrá quien nos mire con cara de reprobación y entonces sabremos que por su cabeza pasan ideas tales como "haz callar ya a ese niño", incluso habrá quien lo exprese en voz alta. Pero también tendremos a aquellos que nos observarán con simpatía, a veces casi ni queriendo mirar, ya que saben lo que es y con una media sonrisa nos mostrarán su apoyo mientras nosotros nos afanamos en contener nuestros instintos más primarios en sus dos vertientes: los de dar un cate en el culo, o los de ponernos a llorar; ya que podemos experimentar cualquiera de los dos sentimientos frente a una rabieta en mitad de la calle, todo dependerá del tipo de día que hayamos tenido y el nivel de serotonina que destile nuestro cuerpo.

En mi vida anterior, aquella en la que no era madre; pensaba que los niños que se ponían a gritar y a llorar en medio de la calle eran unos maleducados y la culpa, como no, era de los padres. Eso nunca me iba a pasar a mi, que tendría a mis hijos a raya. Bueno, esa idea -como muchas otras que os contaba el otro día en "Cuando la teoría no se parece a la práctica"- ya ha sido desechada. A día de hoy, en los 20 meses de mi hija, solo recuerdo una situación en la que me haya dejado en evidencia delante de la gente porque no paraba de llorar. Pero a pesar de que por el momento no me ha dado demasiados quebraderos de cabeza, ya soy consciente de que en la educación de los hijos también cuenta su carácter, y por mucho que unas veces queramos poner el palito para enderezar el árbol, puede salir alguna rama torcida. Vamos, que aunque en su formación como individuos influya la educación que les demos este no será el único condicionante, su carácter va a marcar muchísimo. Por eso y muchas más cosas, siempre digo que hay que tener en cuenta que cada niño es único y lo que vale para uno no tiene por qué servir para todos. No me duelen los dedos de repetirme...

Hoy en día entiendo que las rabietas -o tantrums, como decía al principio- son parte del proceso de aprendizaje de los niños. Tienen que aprender a canalizar sus emociones y nosotros, sus padres, somos el laboratorio en el que experimentan primero. Los mismos adultos a veces llevamos las discusiones a situaciones que, pensadas fríamente, se podrían haber evitado. ¿Cuántos de nosotros en una discusión podemos decir cosas de las que, una vez que pase el momento de acaloro, nos arrepentiremos? Pues no nos queda más que ser comprensivos con nuestros hijos y ayudarles a canalizar sus sentimientos de frustración, que son principalmente -desde mi punto de vista, y si hay algún experto que me quiera corregir, por favor, adelante- los motivos de las rabietas de los niños.

En mis incursiones por la red de redes he descubierto que la mejor manera de evitar rabietas, especialmente en edades tempranas, es la distracción. Pero igualmente, si estamos educando a pequeñas personas para que el día de mañana sean cívicos y coherentes, entiendo que en algún momento esos tantrums -me encanta como suena- deben salir a la palestra. Y personalmente no conozco ninguna fórmula magistral para remediarlos, aunque sí que el NHS (el Sistema Nacional de Salud inglés) cada mes me envía un correo electrónico con un enlace a su web, donde ofrecen consejos para aprender cosas nuevas sobre la crianza, a veces podrán funcionar, otras veces no, pero hoy os dejo algunas de las herramientas que ellos me han ofrecido para cuando no sepa como afrontar las rabietas de mi hija.

1. Trata de averiguar el por qué de la rabieta; podría ser cansancio o hambre, en esos casos la solución es simple. También podrían estar sintiéndose frustrados o en un ataque de celosos, quizás por otro niño; entonces lo que necesitan es tiempo, atención y cariño, incluso cuando no están siendo nada adorables.

2. Entiende y acepta su ira, a veces tú también puedes sentirte igual pero tienes otras maneras de expresarlo.

3. Encuentra una distracción, algo que aleje sus pensamientos del enfado, por ejemplo algo que podamos ver por la ventana, decir: ¡Mira, un gato! y hacernos los sorprendidos e interesados, para intentar captar la atención del niño.

4. Espera a que se calme. Perdiendo la compostura o gritando no conseguiremos que se tranquilicen. Ignora las miradas inquisidoras de la gente que os rodea y concéntrate en guardar la calma. Ceder no ayudará a la larga, si has dicho que no a algo no cambies de parecer solamente por parar la pataleta. Si lo haces tu hijo empezará a pensar que un berrinche es la solución para conseguir lo que quiera; por ese mismo motivo tampoco es bueno que les sobornemos con dulces o regalos. Si estás en casa prueba a abandonar la habitación durante un rato, asegurándote primero de que tu hijo no puede lastimarse.

5. Prepárate cuando salgas de compras, porque a menudo las rabietas se originan en las tiendas. Puedes sentirte avergonzado, pero la vergüenza solo haría más difícil que guardemos la compostura. Para ayudar a tu hijo a comprender qué estáis haciendo, empieza haciendo compras pequeñas con frecuencia, hasta que se acostumbren a la actividad de comprar, asimismo involucra al niño diciéndole qué necesitáis y dejándole que te ayude a buscarlo.

6. Intenta sostener a tu hijo con firmeza. Para algunos padres esta técnica resulta de utilidad, pero también puede ser duro. Normalmente funciona cuando el niño está más molesto que enfurecido, y cuando tú te sientes lo suficientemente calmado como para hablarle con delicadeza y tranquilizarle.

Los expertos nos pueden ofrecer técnicas que funcionen para algunos niños, pero a veces la experiencia nos enseña otras diferentes. ¿Alguien tiene alguna fórmula más? Me encantaría conocerlas todas, nunca sé cuando tendré que ponerlas en práctica, o cuando me tocará contar hasta cien para no dejarme llevar por un tantrum.

1 comentario:

  1. a mi de momento las pocas veces que me ha pasado ha sido en casa y si veo que no hay manera de entrar en razón opto por ignorar y en unos minutos suele pasarse. Aunque me temo que todavía no ha empezado "lo bueno" no quiero pensar cuando pase en la calle, con la paciencia que yo tenía... yo creo que seré de las de llorar :)

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