miércoles, 5 de febrero de 2014

Mi mundo del revés




silencio.

(Del lat. silentĭum).

1. m. Abstención de hablar.

2. m. Falta de ruido. El silencio de los bosques, del claustro, de la noche.


Nunca he sido plenamente consciente de la paz que entraña el silencio. De pequeña no me gustaba demasiado estar sola, escuchaba la radio o encendía la televisión en busca de compañía si no había nadie en casa... Incluso recuerdo que necesitaba el ruido a la hora de dormir... en verano, con las ventanas abiertas, era el pasar de los coches por la autovía lo que me llevaba al país de los sueños, en invierno una cinta de cassette con canciones o cuentos... Y hoy en día todo ha cambiado muchísimo. Ahora busco la quietud y la calma en cada siesta de mi bebé.

Adoro sus ruiditos, sus balbuceos y su risa. Sinceramente me encantan... Especialmente sus carcajadas, de sonido amplio y sincero, prácticamente melodiosas. Escucharla es sinónimo de vida. Pero un bebé entraña más sonidos, como el llanto a veces angelical, otras desgarrador y desconcertante; también los juguetes musicales que se repiten sin descanso, los gritos que ponen a prueba sus recién estrenadas cuerdas vocales... y al final del día tendremos suerte si el dolor de cabeza no llama a nuestra puerta. 

Desde hace unas semanas añoro un poco de silencio... Hay días que cada dos horas mi bebé reta a mi paciencia. Días que la llevo a su cuna y al rato comienza a llorar, y apuesto a que no es por hambre... Últimamente no falto a la cita de los cereales nocturnos que llenen su pancita, y según dicen algunos, la lleve hasta los brazos de Morfeo al menos durante siete horas... en mi caso Morfeo no quiere acunarla, o ella no se deja, y cada dos horas tenemos llanto, a veces se agarra al pecho para a la segunda succión caer rendida, pero cuando su cabeza toca la cuna, como si de un colchón de espinos se tratara, se despierta sin remedio y volvemos a empezar.

Cuando era algo más pequeña llegaba a dormirse sola, y no sé en qué momento la historia ha cambiado.  Sigo buscando el qué hice mal... No sé cuando decidió que me necesitaba para dormir, si desde el principio he intentado que fuera independiente... puede que darle el pecho me haya cegado, supongo que ella se siente segura y calentita sintiendo mi palpitar; y a mi me encanta estrecharla en mis brazos y me entristece, a la vez que me llena de orgullo, ver cómo ha crecido en tan poco tiempo y pensar que un día no muy lejano ya no necesitará de mamá... Que el tiempo vuela y estos momentos ya nunca volverán.

Intento disfrutar de cada segundo, incluso del llanto y las rabietas, que pronto cambiaran de motivos y dejarán de ser por coger un juguete o la necesidad de una siesta. En cuanto me quiera dar cuenta la rabieta será porque no la dejé salir a la calle, o porque no consiguió el regalo que pidió. Pero por mucho que quiera entender sus motivos y pensar que con el tiempo ya pasará, las dos necesitamos una vida independiente, incluso desde ahora que es pequeña. No quiero que dormir sea un drama, pero para ambas últimamente lo está siendo, y noche si, noche también tenemos enfrentamiento. Un tira y afloja que a cada minuto, con el cansancio acumulado de la noche anterior, siento que va a ganar ella. Aunque la realidad es que finalmente cae rendida, pero siempre al cobijo de la tetita.

Hoy, en su primera siesta del día he intentado reeducarnos a ambas y tras casi una hora de llanto en la que me he pasado dos veces para comprobar que todo estuviera bien, ha terminado por dormir sola. Al final he tenido que hacer una pequeña intervención, no demasiado grande porque no quería que el berrinche fuera en vano, pero sí que la he ayudado a tranquilizarse colocándole el chupe en la boca y acercando mi cara a la suya... cantándole un poquito y pasándole una mantita por la cabeza, ya que le gusta dormir con los ojos algo tapados. No la he cogido... me he resistido, y no estaría muy segura sobre quién lo estaba pasando peor, porque escucharla dormirse con el hipillo del llanto tampoco es agradable, sabiendo que en la tetita hubiera caído en un periquete.

A veces me pregunto en qué estoy fallando, si por darle cariño y protección a mi bebé ya la estoy malcriando y no soy una buena madre... ¿Qué es entonces lo que debo hacer? ¿Cuál es la mejor manera de ayudarla? ¿Cómo sabemos cuál es la educación preferible para nuestros hijos? Hay millones de teorías, si nos metemos en internet a buscar, o si escuchamos a todo el que quiera darnos su opinión podremos acabar mareadas y confusas, posiblemente igual de perdidas que al principio. Cierto es que los bebés no tienen libros de instrucciones y cada padre educa a sus hijos como buenamente puede, y ya no como quiere porque siempre estará influenciado por lo que venga del exterior, ya sean opiniones de terceros o el amigo al que nuestro hijo se quiere igualar cuando es un poco más mayor.

Esta reflexión me obliga a echar la vista atrás y acordarme de cuando era pequeña... Cuántas veces pensé que odiaba a mi madre y sin embargo no era cierto. Ahora la echo de menos, a ella, a sus abrazos y a los consejos que ella me hubiera podido dar en esta época de mi vida. Junto con mi padre crió a dos hijos, a ambos de manera diferente ya que en mi caso dormí junto a ella mucho tiempo, y mi hermano por contra fue criado con la técnica de dejar al niño llorar. Habría que hacernos un análisis psicológico para ver quién es más independiente, pero si tuviera que decir quién tenía más 'mamitis' durante la infancia sería mi hermano.

Yo he querido y quiero a mi madre con locura, para mi es un pilar muy importante en mi vida y ella ha configurado gran parte de la persona que soy hoy en día. Con ella he compartido muchas confidencias desde pequeña, e incluso para los problemas de mis amigas era mi madre la primera consejera. La añoro... y me gustaría que ella me dijera qué hice mal con mi hija, o qué no estoy haciendo mal, porque a veces me siento perdida, aunque en mi condición de madre no me queda más remedio que salir a encontrarme yo misma y tratar de guiar a mi hija lo mejor que pueda. Creo que así lo hizo ella y me parece que no lo hizo muy mal... ¿no?