sábado, 23 de noviembre de 2013

Derechos constitucionales vs. redes sociales

Hace tiempo que no me siento a escribir, a pesar de que mentalmente casi a diario redacto una entrada. Siempre pienso en algo que contar y lo recreo en mi mente, a veces mientras me visto y me peino, otras mientras hago la comida o friego los platos, pero la realidad es que cuando me siento pocas ganas me quedan de ponerme a teclear, o directamente el cansancio me puede y la inventiva o la memoria se han esfumado, dejándome incapaz de poner en pie el texto al que previamente le había estado dando vueltas.


Pero hoy un sentimiento extraño me ha traído de nuevo a sentarme frente al ordenador, a tratar de poner en orden los pensamientos y sentimientos que me rondan por la cabeza. Para sentar una base contaré que desde que mi hija nació, más concretamente desde antes de nacer ya lo iba avisando, dejé claro que no quería ver fotos de ella en Facebook, que quería que su imagen fuese tratada con respeto ya que ella por ahora no podía decidir por sí misma, y mi tarea como madre es salvaguardar su derecho a la intimidad y a la propia imagen.

Hasta ahí todo normal, por ahora sus padres hemos conseguido más o menos nuestro objetivo, a excepción de un par de ocasiones en las que me han pedido permiso para colgar una foto, concretamente mi hermano y mi tío, y entonces siempre lo he consultado con mi marido. Una tercera vez fui yo misma quien subió una foto de ella, con motivo de mi cumpleaños, para señalar que el mejor regalo que había recibido era su sonrisa, y esa vez también fue previa consulta con su padre, ya que en todo lo referente a ella, si es posible el consenso, me gusta conseguirlo.

Tras hablar con varias mamis, he comprobado que ese celo con la imagen de mi hija no es desmesurado, ni siquiera exclusivo. Por ahora la mayoría me han dicho que no quieren ver fotos de sus hijos por Internet, que no les hace gracia que cualquiera pueda acceder a sus imágenes y que también se lo han avisado a sus amigos para que sean consecuentes.

Pero ya no sólo están Facebook o Tuenti... Algo que yo personalmente no contemplé cuando nació mi hija fue el alcance del Whatsapp. Por una parte pensé que las imágenes que yo enviase de mi niña por esta vía se quedarían exclusivamente en posesión de aquellos a los que había llegado. Es decir, amigos cercanos y familiares, principalmente aquellos a los que tantos kilómetros separan de ver crecer a mi niña. Es por eso que ahí no pusimos límites, dimos por hecho que a la persona a la que enviásemos la imagen la guardaría con tanto celo y cariño como lo harían sus padres, pero estábamos equivocados. El resultado ha sido que muchos la guardaban con cariño y la compartían con orgullo.

Y habrá algunos que piensen, si es que leen esta reflexión, que nosotros deberíamos estar contentos por ello, que nuestra pequeña es tan linda y simpática que invita a ser compartida. Pero como dice mi amiga Sandra, a la que he pedido su opinión y es madre desde hace tres meses, posiblemente muchos de ellos no sean padres. Entonces sentirían lo mismo que yo, y lo que yo misma no era capaz de entender cuando era mi padre el que ponía impedimentos en que otros me sacaran fotos cuando era pequeña, y eso que por entonces no había los medios de difusión que hay en la actualidad. En aquella época yo pensaba que exageraba, pero ahora le entiendo.

Nuestros amigos pensarán que soy una exagerada, pero cuando hay leyes que protegen el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen, por algo será. Además, según he podido leer en un documento encontrado en Internet de Mª Isabel Serrano Maíllo, profesora en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, la imagen de las personas está protegida constitucionalmente, a pesar de que no esté en juego la intimidad o el honor del afectado. Así, en lo que a imagen y leyes se refiere, cito: Partimos del hecho de que ni la Constitución ni la Ley dan una definición exacta de lo que debe entenderse por derecho a la propia imagen, por lo que la doctrina ha tenido que construir una definición a partir de la jurisprudencia constitucional y de lo que en laLO 1/82, de 5 de mayo, de Protección Civil del Derecho al Honor, a la Intimidad Personal y Familiar y a la Propia Imagen, se consideran intromisiones ilegítimas en este derecho. Dicho esto, puede decirse que el derecho a la propia imagen es el poder que tienen las personas para, por un lado, reproducir su imagen y, por otro, negarse a que la representación física de su persona sea utilizada por terceros sin su consentimiento (Carreras, 1996). Abarca no sólo el rostro, sino cualquier parte del cuerpo que haga identificable al sujeto, además de su voz y de su nombre. 

Y hasta que los menores tengan facultades para decidir sobre la reproducción y difusión de su propia imagen, es tarea de los padres hacer buen uso y guardar la custodia de la misma. Así que tras indagar un poco sobre lo que significa el derecho a la imagen, y desempolvar los recuerdos que tengo de las clases de Derecho de la Información de cuarto de Periodismo, es cuando me planteo que no debe ser ninguna barbaridad el sentimiento visceral que me ha llevado a escribir este tocho. Y que alguna justificación racional debe existir tras mi desasosiego al conocer que nuestros amigos, a veces incluso familiares, comparten la foto de nuestra hija que con tanta confianza les ha sido entregada.

Recapitulando, todo esto venía a que ayer tuvimos una reunión en casa con un grupo de amigos. Como cada vez que nos reunimos, algún que otro móvil con cámara fue usado para hacer fotos a mi hija, pero no contentos, en el momento en que les enseñamos lo bien que se lo pasa en su saltador, el salón de mi casa se convirtió en un circo, casi todos los presentes móvil en mano tratando de captar la mejor instantánea. Ante semejante espectáculo, no fui capaz más que de pedir que nos hicieran llegar las fotos a los padres.

Sobre el hecho de que se pasen fotos por Whatsapp he intentado hacer de tripas corazón y ponerme en el lugar de estos que no hacen honor a la empatía y aunque hayan respetado el "no a las fotos en Facebook" no entienden el por qué de la negativa. Así que hasta ahora he usado la táctica de "ojos que no ven corazón que no siente", aunque a mi corazoncito le van saliendo grietas cada vez que me entero de que una foto de mi niña ha sido compartida, pero por no molestar, por no liarla... termino cerrando la boca y nunca me he pronunciado al respecto. Pero hoy la gota colmó el vaso.

Después de 24 horas en las que ninguna foto de nuestra hija nos ha sido enviada, mi marido decidió dejar un mensaje en el chat de grupo que tenemos con nuestros amigos que decía así:

"Gracias a todos por compartir las fotos de ayer de la niña con nosotros :)  La próxima vez a cinco pavos, mamones. Voy a empezar como la Pantoja."

Un mensaje que aunque con un tono chistoso, reclamaba algo que habíamos pedido el día anterior, algo que no creemos que sea exagerado y que, yendo más lejos, estamos en el derecho de reclamar ya que hasta que mi hija sea capaz de decir lo contrario, es potestad de sus padres limitar su reproducción y difusión. Pero ya no sólo hemos encontrado silencio, sino una contestación desafortunada; y digo desafortunada porque por parte del autor de la misma, hasta el momento no he encontrado indicios de que airee las fotos de la niña, ni con nuestro consentimiento ni sin él. El mensaje así rezaba:

"Haber sacado tu móvil"

¿Qué padre o madre no se revuelve ante esto? Porque de mi ha sacado lo peor, una contestación borde que nacía desde las entrañas y de la acumulación de mordeduras de lengua, harta de no conseguir las fotos de mi hija a excepción de que yo las pida, y en este caso me estaban siendo negadas, posiblemente en broma, pero como decía antes... fue la gota que colmó el vaso y confieso que mi reacción fue acalorada y carecía de reflexión, aunque eso sí, contaba con la aprobación de mi pareja. 

Como dice mi padre, en estos tiempos que corren en los que todo el mundo tiene cámaras en el móvil, la gente hace fotos alegremente sin pensar en quién es fotografiado y con las redes sociales llega un momento en que el control de las imágenes se hace muy complicado; también se ha naturalizado algo para lo que antes se pedía permiso, tomar fotos de gente anónima, teniendo especial cuidado si estos eran niños. 

Es entonces cuando me he puesto a buscar información por internet sobre derechos del menor, ley de protección de datos de carácter personal, a preguntar a otras madres sobre cómo se sienten ante el hecho de que la imagen de sus hijos sea compartida en redes sociales, y al respecto de que además sea sin permiso, su opinión sobre la difusión mediante Whatsapp y si logran controlarlo... y por el momento todas las ideas han convergido en la misma: No queremos que las fotos de nuestros hijos sean públicas o compartidas a terceros, otros a los que muchas veces ni siquiera conocemos.

Respetamos y entendemos que haya gente que sí acepte gustosa y de buena gana la toma de fotos y reproducción de la imagen de sus hijos en el ciberespacio, personalmente incluso respeto a aquellos que de la noche a la mañana cambian de opinión porque es muy tentador mostrar a tus hijos cuando estás tan sumamente orgulloso de ellos, pero suplico que recíprocamente se acate nuestra forma de pensar con respecto a la imagen de nuestra hija. 

Espero que a partir de ahora este tema quede un poco más claro, porque también asumo que es mía parte de la culpa de que me sienta algo violenta y ciertamente expuesta al saber que rondan fotos de mi hija en dispositivos móviles cuyos dueños desconozco, ya que debía haber sacado tarjeta roja antes, como dice el refrán, y no andarme con chiquitas. Y si he aprendido algo en estos último cuatro meses es que ser madre también significa pelearte con todo el mundo por la educación y el bienestar de tus hijos, eso o estar a disgusto y morderte la lengua. 

jueves, 7 de noviembre de 2013

Vacunas, olor a traición...

Hoy ha sido la tercera dosis de vacunas de mi pequeña y tengo que confesar que hasta yo me he sorprendido de lo bien que se ha portado y de lo valiente que ha sido. Con casi cuatro meses que va a cumplir en un par de días, durante la primera inyección ni siquiera se ha quejado... Pero la enfermera me ha advertido de que la segunda iba a picar un poco, y así ha sido... Mi niña no ha tenido más remedio que usar el llanto como protesta ante el escozor que habrá sentido en su muslo izquierdo.

Cuando le pusieron la primera dosis de vacunas, mi bebé tenía nueve semanas y llegué al médico decidida, sin pensar en que podría sentirme mal, estando segura de lo que tenía que hacer ya que las vacunas son necesarias para prevenir males mayores que un simple pinchazo y un poquito de fiebre después. Pero tras verla llorar y siendo yo quien la estaba sujetando para que la pincharan, mi convicción para la segunda dosis se había esfumado. La enfermera no clavó agujitas en su piel, sino que tiró dardos contra sus muslitos. El poco tacto y la falta de delicadeza que usó la enfermera mellaron mi confidencia, y para la segunda tanda de vacunas no dejaba de sentirme horrible, como si en vez de un bien le estuviera infligiendo un daño atroz a mi niña.

Tuve suerte y la enfermera de aquella vez puso mucho cuidado en cómo daba los pinchazos. Finalmente mi bebé lloró, pero menos desconsolada que la primera vez que la expuse a las agujas. Y aunque hoy se ha portado como una campeona, desde el primer  día descubrimos que la teta es mágica y quita todos los pesares, después de cada tanda de vacunas para mi bebé no hay nada como engancharse al pecho de su madre y ahogar las penas en leche...

A pesar de que la reacción de hoy ha sido mucho mejor, y que la próxima tanda de inyecciones será cuando cumpla el año -para lo que todavía quedan ocho meses, tiempo suficiente como para que ambas nos recuperemos del trauma- creo que es inevitable que cada vez que la lleve a vacunar y la sujete durante el proceso, tendré la sensación de estar traicionando a mi hija...



martes, 5 de noviembre de 2013

Espejito, espejito...

Ya la madrastra de Blancanieves dedicaba horas frente al espejo, regocijándose en su belleza y preguntando quién era la más guapa del reino. Historia que por cierto, he descubierto en un blog que está basada en hechos reales, obviamente con algo de dramatización por parte de los hermanos Grimm. Pues mi bebé va por el mismo camino, no sólo se mira al espejo desde hace unas semanas, sino que se queda cautivada consigo misma e incluso se dedica algunas palabras, lo que vienen a ser balbuceos y chillidos... ¿Estará preguntándole quién es la más guapa del reino? :)

Pero sé que no es la única. Los bebés en general se quedan atrapados con el reflejo de luces que les ofrecen los espejos, es por eso que muchos de sus juguetes tienen pequeños espejos de plástico. Además, según los expertos, es una buena forma de estimularles en su desarrollo cognitivo, y poco a poco irán tomando conviencia de que ese bebé tan simpático que les devuelve la sonrisa y que está sostenido por alguien de su propio entorno, no es otro que él mismo.

Buscando información sobre cómo podía jugar mi hija con el espejo y en qué le podía favorecer, también he encontrado leyendas urbanas, supersticiones sobre los niños y los espejos que desaconsejan el poner a los bebés enfrente ya que, al ser todavía tan débiles, absorbe sus almas.

A pesar de que es un objeto que podemos usar a nuestro favor, también entraña el riesgo de que se rompa mientras juegan con él. Deberíamos tener en cuenta qué tipo de espejo usamos, si es grande o pequeño y si dejamos al bebé tocarlo o sostenerlo. Mi opinión es que no, que sólo les dejemos jugar con aquellos espejos que tengan un buen soporte y sean suficientemente grandes como para que el bebé no pueda manipularlo, y siempre bajo supervisión de un adulto. ¡¡Así que a jugar con los espejos!! Sólo habrá que tener cuidado de que nuestros bebés no se vuelvan vanidosos...






lunes, 4 de noviembre de 2013

El armario de un bebé

Antes de que los bebés nazcan sus padres van organizando la ropita, las sábanas y todo accesorio o juguete, ya sea nuevo o de segunda mano, para preparar la llegada de una nueva vida. En mi caso por ejemplo tenía muchas cosas usadas, aunque contaba también con ropa nuevecita que nos habían regalado para la niña. Eso hacía un total de... muchísima ropa, tanta que hubo prendas que mi bebé nunca se puso, y otras que sólo llego a llevar una vez.

El dejar la organización para última hora puede dar como resultado un poquito de caos en los cajones y perchas, ya que en la recta final del embarazo estamos bastante cansadas, y yo por ejemplo terminé por guardar toda la ropa junta, la de recién nacido, la de a partir de tres meses e incluso la de seis. Al final lo que tuve fue un armario desorganizado (aunque colocado por colores) en el que yo podía encontrar algo que ponerle a mi hija porque más o menos sabía lo que había en él y porque a simple vista distinguía lo que le podía estar bien y lo que no, pero por ejemplo para su padre el armario era un completo caos.

Al final, como decía, hubo ropa que ni siquiera llegue a ponerle porque mi bebé nació en julio y muchas prendas eran de invierno, pensando en que aquí en Inglaterra no habíamos conocido lo que era un verano de verdad. Pero resulta que el verano de sol y calor llegó, mi niña vivió sus primeros meses de vida en un verano genuino, y casi nada de lo que tenía era aprovechable. Jerséis de punto, patucos de lana o camisetas de manga larga quedaron colgados o guardados en los cajones, hasta que poco a poco las prendas que se iban quedando pequeñas empezaron a ser sustituidas por otras nuevas, ya que la cantidad de ropa de recién nacido era exagerada, siendo escasa en las tallas posteriores.

Desde la experiencia considero que el armario de un bebé tiene suficiente espacio para guardar todas las cosas, pero que se puede hacer de manera más práctica de la que yo lo hice. Por ejemplo, la organización por colores es práctica, pero antes, también debemos organizar los tipos de prendas. Pantalones cortos, pantalones largos, camisetas de manga corta, camisetas de manga larga, jerséis, gorros, baberos... Para todo ello se pueden usar compartimentos u organizadores, además de cajas; pero especialmente si van con tapa, que no se nos olvide etiquetar avisando del contenido, por si en un momento dado no somos nosotras las que echamos mano a la ropa.

También sería útil quitar de la vista todo aquello que todavía no le sirva y que pueda llevar a confusiones, esto por ejemplo yo no lo hice y es lo que a mi marido le pone de los nervios. Asimismo, la ropa que se le haya quedado pequeña debemos quitarla del armario para dejar hueco a las nuevas tallas, así que constantemente habrá que revisar el armario, primero para guardar el orden y segundo para supervisar que las ropas sigan siendo útiles. Además también es conveniente dejar un espacio para los zapatos, que aunque en los primeros meses de vida estos no son muy útiles para los niños, seguro que recibiréis algún regalo de este tipo.

Y hablando de utilidad, os contaré el tipo de ropa que a mi me parecía más práctica, especialmente durante las primeras semanas: además de las prendas de algodón, los pijamas y camisetas con cierre delantero ¿El motivo? mi bebé se agobiaba menos a la hora de vestirla y desvestirla, además de que como todavía no controlaba el cuello debíamos andar con especial atención a la hora de ponerle camisetas por la cabeza, y por otro lado yo estaba más tranquila porque, cuando la vestía, el ombligo quedaba a la vista y podía manejarla con más cuidado.

Mi consejo es organizar las cositas con tiempo, antes de que llegue la semana 36, ya que el último mes es el más cansado. Es el mes en el que ya pesa la barrigota, y en el que sentimos mucho sueño y, aunque no logremos encontrar la postura, hay que aprovechar para descansar, no para organizar el armario del bebé.


Domingos de madrugón

¡Se acabó! Sí, se acabó el descansar... Se terminaron los domingos de despertarse a las doce, aunque ya ni siquiera podremos despertarnos a las diez, seguramente tampoco a las nueve... ¿La razón? que mi bebé no entiende de horas, ni de domingos, ni de festivos; y que para ella son buenos días los domingos a las siete de la mañana... ¿Qué le vamos a hacer?

A su madre ya siempre le acompañan las ojeras, porque cuando mi niña se acuesta la vida sigue para mi. En vez de dormir con ella, tengo la necesidad de realizar tareas que no puedo hacer cuando ella está despierta, como preparar mis clases, hacer comidas, poner lavadoras, recoger la ropa, ordenar la casa, limpiar... Ella no admite otras actividades cuando está despierta, quiere que juguemos con ella, que le demos cariñitos, que le de el pecho, que le hable... Cualquier cosa que la implique siempre a ella.

Los domingos para mi vuelven a ser un día más, como cualquier otro de la semana, sin distinción, sin descanso... sin dormir, y con las mismas tareas de siempre: amamantar, jugar con la niña, cambiar el pañal, distraerla o dormirla. ¿Cuándo hay vacaciones para las mamis? Menos mal que mi pequeña siempre tiene como recurso una sonrisa, a veces ya incluso pequeñas carcajadas, que hacen que su madre se derrita...


domingo, 3 de noviembre de 2013

¿Qué se esconde entre los pliegues?


Hoy hemos vuelto a salir de paseo... De paseo al médico, quise decir. Pero esta vez el motivo no ha sido el resfriado de mi niña, sino una rojez en el cuello que ya se asemeja a una quemadura.

Todo empezó hace cuatro o cinco días cuando en esa zona le salieron unos cuantos granitos rojos que relacioné con el sudor. Fue por ese motivo que no les di mucha importancia y no lo mencioné durante la visita al médico del pasado miércoles, cuando estuvimos en la consulta por el tema del resfriado.

Después de un par de días la zona parecía que se iba curando, o eso pensé cuando vi la piel algo reseca.  Entonces le puse un poco de una pomada de farmacia indicada para la sequedad, ya que esta ayuda a retener agua en la superficie de la piel. Sin embargo, esta mañana había tomando un color rojizo y tenía el aspecto de una quemadura, así que decidimos llevar a la niña al médico y que él mismo juzgara.

Tras un exhaustivo reconocimiento y una serie de preguntas, el médico ha dictaminado que la niña tiene hongos bajo el cuello. Posiblemente debido a la acumulación de babas, leche o sudor y a la escasa ventilación de la zona, que entre tanto pliegue, con la humedad y el calorcito, es un lugar idóneo para crear bichitos. Así que mamis, tened cuidado con lo que se queda bajo el cuello de vuestros bebés, que a mi niña seguramente lo que se le acumule sea sudor y babas, ya que cuando come estoy pendiente de limpiarla, pero ahora con la dentición está babeando muchísimo, a pesar de que todavía no asoma ni una puntita blanca por la encía.

Desde mi corta experiencia, el uso de baberos no es suficiente para mantener secos los pliegues del cuello, especialmente si vuestro bebé es como mi pequeña... que tiene rosquillas y plieguecitos por todo su cuerpo. Así que tendremos que mantener bien seca la zona cambiando de babero en cuanto lo hayan mojado, secando bien la zona después del baño, y aunque no bañéis al bebé cada día, comprobad que los pliegues están limpios y secos.

También habrá quien se eche las manos a la cabeza y se extrañe de que no se bañe a un bebé a diario, pero la realidad es que no es bueno para la piel, ni siquiera para la de los adultos, así que menos lo será para la de un bebé, desaconsejándose incluso el uso de jabones. Según los dermatólogos, con el baño diario se destruyen las "barreras protectoras como el manto ácido, hidro-lipídico y corneo" rompiendo mitos como el de que cuanto más nos lavemos, estaremos "más protegidos contra las bacterias, virus, hongos y otros microorganismos que atacan la piel, pero lo que ocurre es lo contrario; es más fácil que estos penetren en una piel limpia". http://www.dermatologoraulgonzalez.com/topicos-cosmeticos/el-bano-corporal.php

Volviendo al tema de los hongos bajo el cuello, a la niña le han recetado una pomada antifúngica. El médico nos ha avisado de que podrán tardar incluso diez días en desaparecer, pero que a pesar de todo, cuando no quede rastro, debemos continuar el tratamiento durante 48 horas más para asegurarnos de que se eliminaron completamente. Ya que sabemos qué es lo que puede pasar, a partir de ahora tendremos que revisar mejor qué se esconde entre sus pliegues...

viernes, 1 de noviembre de 2013

Tomar conciencia de un embarazo


Hoy hace un año que descubrí que iba a ser mamá; después de una fiesta de Halloween que resultó ser la última vez que bebería alcohol en una larga temporada... Tras comprobar que el milagro de la vida había decidido llamar a mi puerta, me sentí mal por lo que había tomado la noche anterior, y eso que creo que no fueron más de un par de sidras en toda la noche, porque por norma general no bebo mucho y además tenía la ligera sospecha de que podía estar embarazada... pero igualmente, la conciencia de madre iba formándose en mi y me preguntaba si podía haber dañado a la personita que estaba comenzando a crecer en mi interior.

Eso solo fue el principio, desde entonces tuve que aprender qué sí y qué no puede tomar una embarazada, porque no es sólo el alcohol o el tabaco de lo que se debe prescindir. Hay tantas cosas que una futura mamá no debe probar que ya se me han olvidado muchas de ellas. Pero empezaré a hacer memoria, por si de esta forma puedo orientar a alguien. Por ejemplo, el jamón está desaconsejado ya que al no ser carne cocinada, la madre corre peligro de infectarse de toxoplamsmosis. Si bien la infección es generalmente una enfermedad leve en personas con sistemas inmunológicos saludables, es peligrosa durante el embarazo ya que, en ocasiones, el parásito puede infectar la placenta y al bebé. Si pincháis en el enlace encontraréis más información sobre el tema, además de ayudar a aquellas mamis con gatos, que son portadores naturales del parásito; en la web os dirán como actuar pudiendo mantener en casa a vuestra mascota.

Pero esto no solo ocurre con el jamón, también con cualquier otro embutido... A mi me pilló la Navidad en el primer trimestre de embarazo, y la solución que encontré para el jamón fue congelarlo unos diez días antes de consumirlo. Sinceramente sabe igual de rico, hubo quien no sabía que había sido congelado y lo comieron sin rechistar. Sin embargo hay carta blanca con el jamón cocido, ya que como su propio nombre indica, está cocinado. Por otro lado los quesos deben estar pasteurizados, nada de fetas ni quesos de dudosa procedencia. Siempre hay que mirar las etiquetas y comprobar que sean de leche pasteurizada. Ante la duda, pensad que solo son nueve meses... y lo que lleváis dentro es toda una vida.

También hay que lavar muy bien frutas y verduras... Durante el embarazo dejé de comer en ciertos sitios por este motivo ya que no me fiaba, y si salía a comer fuera intentaba pedir cosas que hubieran pasado por el horno antes. asegurándome de que estuvieran bien cocinadas. Por ejemplo la carne durante el estado de buena esperanza no podremos degustarla en su punto, tendrá que ser bien hecha, al menos hasta dar a luz.

Es asimismo recomendable no superar las dos latas por semana con el consumo de atún, creo recordar que es por el alto contenido en mercurio, que incluso es mayor en el atún que no está en conserva. El salmón está permitido, pero no en altas cantidades... También olvidad el pez espada, el cazón y todo aquel pescado familia del tiburón, así como el pescado azul por su alto contenido en mercurio. Así que a buscar otras fuentes de omega-3... Evitad también los patés y los filetes de hígado si es que os gustan, ya que su alto contenido en vitamina A también pueden perjudicar al feto. Y algo tan simple como la mayonesa de huevo casera, o aquella que el huevo esté sin pasteurizar, tampoco está libre de daño debido a que pueda estar infectado por salmonela. Es también el riesgo que entrañan tortillas poco hechas o postres como el tiramisú que se hacen con huevo crudo.

Cuidado de no abusar del sodio (sal) y de los azúcares, sobre todo aquellos que no proceden de productos naturales como la fruta o la miel. Evitad el café y el té, obviamente también el alcohol. Y algo súper importante que debéis tener en cuenta siempre es que hay que tomar mucha agua. Mi consejo es que siempre vayais acompañadas de una botellita que podáis guardar en el bolso, os ayudará a evitar el estreñimiento; además de ser bueno para que la futura madre y su bebé esten hidratadados. Por otro lado, si queréis amamantar, también será bueno para crear el hábito de beber agua durante la lactancia, ya que se aconseja para mantener los niveles de producción de leche (al menos según mi matrona) y, porque además, dar de mamar produce sed.

En general no cuesta mucho trabajo realizar estos cambios en nuestra rutina, al principio es más complicado por la novedad, pero pronto nos haremos con las nuevas normas, ya que las madres dejamos de pensar en nosotras como antes y miramos más por la personita que está por venir. Pero al fin y al cabo es un proceso de toma de conciencia que debemos asimilar con rapidez, y comprender que ya nada volverá a ser como antes, porque de ahí en adelante mediremos cada cosa que hagamos y cada palabra que delante de nuestros hijos digamos.